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23
Mar
11

La Doble Moral de las Empresas

En todas las empresas que he laborado, o con las que he tenido contacto, así como en las instituciones de gobierno, siempre existe un reglamento que prohíbe el recibir regalos de parte de los proveedores de bienes o servicios; cada una es diferente, y los reglamentos varían, aunque el fin es el mismo: evitar que el empleado que recibe el regalo tenga alguna preferencia por un proveedor específico. En varias de ellas el reglamento contempla tipo de regalos y valor de los mismos que se pueden recibir, en la mayoría diciendo que se pueden recibir objetos publicitarios: plumas, tazas, gorras y llaveros entre otros, de la empresa en cuestión, o que no rebasen un monto límite en su valor: alrededor de 500 pesos actualmente (con esto no se pueden recibir autos que tengan el logotipo de la empresa que lo regala).

Los reglamentos son cada vez más específicos, y hablan de invitaciones a eventos musicales, culturales o deportivos, e incluyen al empleado y familiares directos. Algunos indican que en caso de recibir un regalo, este se debe entregar al área de Recursos Humanos (o la que designe la empresa) para que el regalo sea rifado entre todos los empleados a fin de año.

Algunas empresas más, se van al extremo de no poder recibir ni siquiera una pluma, una taza o una invitación a comer, y en dado caso de una invitación a comer, un evento deportivo o algo similar, el empleado debe pagar por su propia comida o entrada, informar que lo hizo y presentar el comprobante de pago a la empresa (no necesariamente para que le reembolsen, sino más bien para verificar que no recibió absolutamente nada). En una empresa que laboré, el reverso de nuestras tarjetas de presentación traía una leyenda que no recuerdo exactamente, pero básicamente decía: “En XXXX somos gente honesta, no recibimos ningún tipo de regalo por parte de nuestros proveedores”.

Todo lo anterior lo veo muy bien, quizá un poco exagerado en el último caso, ya que no creo que una invitación a comer pueda influir en una decisión de compra, y más bien lo veo como una manera de socializar y tener una mejor relación con los proveedores, sin embargo también puede ser sano el no tener ningún punto que se preste a malas interpretaciones.

Ahora entremos en materia: Casi todas estas empresas que se precian de tener reglamentos para evitar que sus empleados reciban obsequios o dádivas, ya sea en efectivo o especie, tienen por otro lado un área de ventas y una de marketing, las cuales realizan todos y cada uno de los supuestos que mencionan en sus reglamentos, para con sus propios clientes, esto es: dan obsequios al personal de las empresas de que son proveedores, que varían desde las tazas con logotipo, hasta botellas de vino cosecha especial, canastas navideñas, todo tipo de licores, relojes, cuadros, obras de arte, y demás. Realizan eventos especiales para clientes, ya sea cenas, reuniones, fiestas, en las que además de la comida y bebida existe un espectáculo, y se dan obsequios a los clientes; algunas obsequian boletos para eventos musicales, culturales y deportivos para los directivos de las empresas y sus familiares, y las más pudientes llegan al caso de organizar funciones especiales de obras de teatro o conciertos para sus clientes. Los gerentes de ventas tienen una tarjeta corporativa y una cuenta de “gastos de representación”, para poder invitar a comer y beber a los clientes a sus anchas, con pocas o ninguna restricción, dependiendo de la empresa y el nivel de la persona.

¿Que significa todo esto? Yo tengo varias teorías:

La primera es que las empresas que caen en este doble juego, NO CONFÍAN en sus propios empleados, creen que se dejarán manipular por los proveedores, o que son tan corruptos que dan contratos o compran bienes o servicios para recibir algo a cambio, mientras que los empleados de las empresas que son sus clientes, son las personas más rectas que existen en el mundo, y no se dejarán influenciar por ningún motivo para tomar decisiones de a quien comprar, y los regalos son solo una manera de agradecer su preferencia.

La segunda es que NO CONFÍAN en sus propios empleados, creen que se dejarán manipular por los proveedores, o que son tan corruptos que dan contratos o compran bienes o servicios para recibir algo a cambio, pero tampoco creen que los empleados de las otras empresas (sus clientes) sean personas íntegras, y tratan de hacer que por medio de regalos les compren el producto, aunque este sea malo y a un precio mayor que el de la competencia.

La tercera, las empresas confían plenamente en sus empleados, pero prefieren dejar las cosas claras para evitar que alguno de ellos llegue a caer en tentaciones, y a los empleados de sus empresas clientes, a quienes dan regalos o invitaciones, es con el único fin de mantener una buena relación, y agradecer el que les hayan comprado, y de ninguna manera tratan de influenciar sus decisiones.

¿Cuál creen ustedes que sea la correcta? Yo no lo sé, y no me atrevería a especular, ya que cada empresa es diferente como mencioné en un principio, sin embargo este doble discurso que aplica reglas diferentes hacia el interior y el exterior de la compañía, manda un doble mensaje a los empleados si las cosas no son totalmente claras, especialmente si uno puede ver que los directivos sí reciben y aceptan todo tipo de regalos, desde piernas de jamón serrano, hasta aparatos electrónicos.

Por mi parte creo que los empleados deben comportarse con integridad independientemente de si existe o no un reglamento interno que prohíba o sancione el recibir regalos,  y no dejarse influenciar para tomar una decisión que sea la más conveniente para la empresa que representan. Yo sería un hipócrita si dijera que nunca he recibido un regalo o invitación a comer, sin embargo, esto ha sido siempre después de haber tomado las decisiones necesarias con el mayor beneficio para mi empresa, y lo veo como un agradecimiento, que, aunque no habría porqué darlo, ya que uno solo hace su trabajo, los proveedores con los que he tratado lo hacen para que se mantenga una buena relación, y de hecho muchos de mis amigos actuales alguna vez fueron proveedores en alguna empresa que laboré, y no todos ganaban los concursos, y muchos de ellos han comido conmigo y más de una ocasión he sido yo quien los ha invitado, solo por el placer de convivir con ellos.

En resumen, la integridad de una persona debe ir más allá de que exista algún reglamento que le prohíba algo, de hecho en algún lugar leí que uno debe actuar como si lo que hiciera fuera a salir publicado en todos los periódicos al día siguiente, aunque nadie lo esté viendo, así se asegurará que sus actos siempre son correctos.

Salu2

Carlos.




Es hora de cambiar las cosas.

México D.F.

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